FANTASÍAS (relato inédito)
Había llegado, era la playa de mis sueños: blanca arena, caracoles color de oro, peces sin fin, burbujas de coincidencias,…
Era magnífico, todo estaba finamente dispuesto y al margen del aura mar
ina brotaban inmensidad de antologías plagadas de nostalgias y melancolías: era tu voz.
Alcé la vista y contemplé un espectáculo de colores que se entremezclaban en nubes incoloras. El famoso “sparkly” ahora brillaba más fuerte que nunca, y cada nube estaba llena de lucecitas, como diminutas estrellas, que brillaban y me decían “este es el éxtasis…”
Volví a mirar tus ojos silenciosos; te miraba y tú me desvelabas el alma. Impaciente y deseosa de conocer tu verdadero yo; me vestí de sirena y desnudé mis neuronas sin vergüenza y te mostré mis arterias sudorosas de pasión, a sabiendas de que tu no lo harías.
Mi cuerpo intentó convertirse en sirena, pero no pudo; nunca un disfraz podrá cubrirme ante ti. Sin más nada que hacer me introduje lentamente en la palaya y entonces…
¡Oh sorpresa! El agua se tornó multicolor y los peces se acercaban a acariciar mi pelo.
Nadé y nadé, pero no te hallé. Abrí libros de poemas y no te hallé. Abrí libros de remotas antologías y no te hallé. Abrí libros de historia y geografía y no te hallé. Abrí libros de biología y no te encontré. Cansada de tanto buscar me senté en un coral rojizo y me detuve a pensar: “nunca te voy a encontrar”.
… pero una luz se encendió en mi mente. Intuitivamente nadé hacia el librero y cerré mis ojos, los ojos que amaste; y me dejé llevar de mis manos que se movían suavemente al ritmo de la corriente marina. Mis manos tocaron un libro y aún con los ojos cerrados a toda esperanza; abrí el libro… era de economía. Nunca me había gustado la economía aunque si amaba las matemáticas; pero en resumidas cuentas me gustaba mi práctica y no la teoría.
Observaba uno de los gráficos cuando suspiré y dije: “no podré encontrarlo”, y cuando cerré el libro, mi corazón palpitó incesantemente. Allí estabas tú: con tu pelo acariciado por el plancton que revoloteaba sobre las algas; con tus ojitos de colores; con tu amplia sonrisa; con tu erótico pecho lleno de suspiros; con tus brazos amplios y fuertes… en fin, tú. Solo tú. Solos bajo la inmensidad inconmensurable del océano azul. Tú y yo, solos tú y yo.
Mi rostro esbozó una sonrisa y tus ojos centelleaban de brillantes. Todavía no habíamos movido un músculo; permanecíamos inmóviles. Ambos nos contemplábamos suavemente, disfrutándonos hasta la más ínfima parte de nuestro ser.
Nos encontrábamos solo a un metro de distancia, nuestros brazos se empezaron a mover: primero con inseguridad, luego con cierta confianza. Nuestras piernas no soportaban el peso de nuestros cuerpos, y los pececillos revoloteaban sin cesar entre ellas.
Al fin, comenzamos a mover nuestros cuerpos endurecidos por la emoción. Parecía un cuento de hadas, en el que la princesa es rescatada de su horrible prisión.
Nuestras almas se unieron mecánicamente en cámara lenta, nuestras manos sobrepasaron nuestros límites y exploraron montañas abruptas y frágiles. Nuestros seres se fundieron en un abrazo cálido y apasionado. Fue el abrazo mas anhelado por tanto tiempo.
Deslicé mi cabeza en su hombro y el dejó que sus manos acariciaran lentamente mi espalda desnuda.
Cuando levanté la cabeza vi su rostro más radiante que nunca y su pelo secreteándome, y sus ojos desnudándome: era un ambiente altamente propicio para un beso de película.
Entonces mirando profundamente sus ojos, y sin haber dicho ni una palabra: cerré mis ojos, mis manos subían de su inmensa espalda a su cuello; sus manos eran como mil espadas encendidas que hacían sangrar mi cuerpo hasta la agonía.
Mojé lentamente mis labios con mi lengua candorosa, los entreabrí y a al mismo tiempo abrí mis ojos, porque deseaba ver los suyos. El solo me sonreía, y su mirada me llenaba de miles de orgasmos sobrenaturales; mientras que sus manos se escabullían en cálidas aguas, como las de un hot spring.
Y finalmente, cuando solo faltaba cerrar nuestros labios para el beso… ¡Poco a poco todo se fue desvaneciendo! La playa se secó, mi amor se esfumó, todo se tornó oscuro, y miles de diablillos me llenaban de angustias.
Empecé a sentir miedo, temor, terror, asco, odio, envidia, maldad… hasta que todo fue negro como la noche sombría, y perdí el conocimiento.
Cuando desperté ya había amanecido, no eran más de las seis de la mañana y todo estaba tibio y cálido por los primeros rayos del sol que se desperezaban en mi ventana. Gotas de rocío mañanero corrían por mi ventana, como lágrimas desesperadas. Los pajarillos cantaban con alegría y los arboles batían sus ramas como señal de bienvenida.
Ya había despertado completamente, pensando en la ilusión que acababa de soñar, cuando escuché una voz, una voz especial, la más especial que hubiese escuchado pero al mismo tiempo la más triste y melancólica. Cada vez, la sentía más cerca de mí, cada vez más y más cerca. Hasta
que, frente a mi cama apareció una niña de no más de diez años vestida de negro pálido. Era una niña hermosa y aún seguía cantando, yo estaba inmóvil en mi cama sin poder moverme. Sus ojos me hacían recordar todo lo que había vivido y sus manos parecían decirme ven, al tiempo en que su negro pelo bailoteaba con el frio viento que se colaba por una vieja rendija. Al sentirme tan observada, la miré aun más y vi claramente en sus ojos como mi pasado era desnudado como un bebé al nacer.
Me sentí en paz, pero también sentí un ligero malestar en mi corazón: recordé todas las personas a quienes de una u otra forma ofendí y les pedí perdón internamente. Algunas lágrimas se aferraban a mis ojos para no salir; pero salieron lentamente quemando a su paso todas mis mejillas.
Súbitamente haces de una intensa y brillante luz penetraron en mi ventana. Cerré mis ojos que me dolían ante tal resplandor y abrí mi corazón y mi alma al amor. Perdí el conocimiento.
Cuando desperté estaba sentada sobre una nube color oro; vestida de diamantes y perlas; con el rostro como de ángel; y mi pelo largo y riso como naturalmente lo tenía.
Me puse de pie y empecé a caminar, sintiendo una paz tan increíble que no puedo describir. Con el alma llena de amor miré entre dos nubecillas color rosa: la tierra, y en ella observé fijamente al caballero de mis sueños: lucía radiante, como siempre, sonriente y jovial se dirigía al trabajo.
Solo sonreí, solo me sentí alegre por verlo sano y feliz como siempre lo había sido. Quise sentir tristeza pero no podía, ya mi corazón no era humano. Sabía, que no lo vería en mucho tiempo, y que solo me restaba desearle lo mejor.
-Bueno Gabriel, esa es la historia de mi último día de vida en la tierra- le comente al ángel Gabriel, que me pidió que se la narrara- ya ves como son las cosas allá abajo.
-No te preocupes, te entiendo perfectamente, y es una bella historia.
-Así es Gabriel. De verdad lo extraño, pero sé que Dios lo ayudará con todos sus proyectos.
-Él está bien, te lo aseguro.
-¿Cómo lo sabes?
-Pues, porque soy un ángel mensajero, y siempre estoy viajando a la tierra.
-¡Como me gustaría ver su sonrisa de nuevo, y acariciar su pelo ondulado!
-¿Crees que él sabe que moriste? ¿Cómo crees que él se siente al respecto?
-De verdad, a sinceridad, no lo sé. Seguramente él sabe que morí, pero no me lo imagino llorando, él es muy bello con su sonrisa. Lo único que lamento es…
-¿Qué lamentas?- me interrumpió Gabriel- se supone que no debes lamentar nada. Ya tú estás en ¡un nivel superior! ¡Todo lo que un mortal desearía!
-Bueno, entonces lo único que lamento es, que él nunca sabrá el sueño que tuve, ¡fue tan hermoso! ¡Tan romántico! ¡Tan…!
-¡Tranquila! No tienes por qué preocuparte.
-Gracias ángel Gabriel, por tus palabras. Me siento tan feliz de conversar contigo.
-Yo también preciosa. Siempre has tenido un gran corazón por eso estas aquí.
-Gracias Gabriel. ¿Sabes qué? Creo que lo mejor que puedo hacer es no lamentarme, saber que él está bien, que Dios lo seguirá bendiciendo cada día donde quiera que esté. Pero, lo que te afirmo es que nunca dejaré de amarlo: lo amé, lo amo y lo amaré.
-Es un lindo pensamiento Jaspe, veo que has llegado rápidamente al nivel superior.
-Gracias Gabriel. Me siento como tú, como un ángel. Siento una paz indescriptible…
Al mismo tiempo que pronunciaba esas palabras una luz doradísima inundó el piso de nubes y mi vestido se volvió de cristal y mis ojos veían todo: veían todas las constelaciones y también veían la tierra. Aparté mi mirada de ella y percibí como también la luz envolvía a Gabriel.
Gabriel sonrió, abrió sus bellísimas alas y al mismo tiempo me dijo:
-¡Felicidades Jaspe! ¿Tienes un deseo? ¿O un sueño que en la tierra no cumpliste?
-No Gabriel, ninguno.
-No mientas ángel Jaspe. Dime, -me sonreía- ¿Qué deseas?
-¡Deseo! ¡Deseo… tener a mi amado entre mis brazos!
Gabriel pícaramente sonrió y dijo:
-¡Deseo cumplido!
Y al finalizar estas palabras, de su rostro emanó una luz cegadora y sus ojos brillaron como soles. Cuando la luz me dejó mirar, mis ojos se abrieron como ostras perleras, y mis alas de ángel resplandecían como el oro,…
¡No podía creer lo que estaba ante mis ojos! ¡Era mi amado! ¡Mi amor! ¡Mi príncipe! ¡Era mi ángel!
Estaba tan emocionada que solo atiné a decir:
-¡Mi amor! ¡Mi cielo! ¡Nunca me esperaba encontrarte tan pronto aquí! ¡Gracias Dios! ¡Soy tan feliz!
-Jaspe, ¡te amo! Por amor estoy aquí.
Yo no podía contener la emoción, lo abrazaba sin parar.
-Amor mío- le dije- y ¿Cómo llegaste aquí? ¿Qué te paso en la tierra?
-Bueno peluchita de mi corazón, ¿Por qué no nos sentamos en esta nube? Mira Jaspe, cuando moriste sentí que me arrancaban un pedazo de mí. Mi madre estaba muy triste y mi padre buscaba consolarme. Pero nadie podía consolarme. Mi alma estaba destruida, a tal punto de que mi cuerpo no deseaba comer, ni beber, ni caminar, ni saltar. Lo único que hacía en mi lecho era sonreír, con la misma sonrisa que viste en tu sueño antes de morir. Mis padres buscaron médicos, pero todos luego de medicarme decían “ya su corazón y su alma fueron arrancados de su cuerpo”.
Y así llego la mañana en que le sonreí por última vez a mis padres y les dije que no se preocuparan y que vivieran felices porque yo te buscaría. Así, en un ambiente de amor y comprensión morí.
Cuando llegué aquí encontré a Gabriel y le pregunté por ti y él me dijo que tenía que esperar que tú llegaras al nivel superior para poder amarme. Entonces yo…
-Yo le dije que lo podía ayudar- interrumpió Gabriel, llegando en una nube azul rojizo.-yo le dije que podía vestirse con mi cuerpo, con la condición de que te ayudara a alcanzar tu máximo amor o expresión sublime; sin decirte ni darte la mínima pista de que era él.
-Y así es como ambos llegamos a nuestro clímax, amor- dijo mi fiel amado.
-Gracias Gabriel, eres todo un ángel. No tengo como pagarte todo lo que has hecho- le dije al ángel.
-No hay de que Jaspe, ¡disfruta! Hoy hay fiesta en el cielo porque hay amor.
Lentamente se escuchaban los coros celestiales cantar y una música que inundaba con sus pentagramas de ilusiones todas las nubes.
Ambos nos miramos fijamente y empezamos a bailar el vals que nunca en vida terrenal bailamos, el vals de nuestra boda.
-Te amo Jaspe, siempre te he amado y por siempre te amaré.
-Yo también amor, hoy es el inicio de mi pentagrama de ilusiones.
Y los dos sonreímos y nos besamos como el mágico beso que no pudimos disfrutar en mi sueño.
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