Crónicas de una rebelde al natural.

  Hace un año que decidí hacer el gran corte. Eliminar de tajo, todo el pelo tratado con químicos o alisado. En realidad, contrario a lo que piensan muchos, estaba pensando hacer este proceso hace mucho tiempo. Motivada por la posibilidad de una beca en el extranjero, pensé en el punto débil de toda mujer: el cabello. Si llegaba a irme a ese lejano país, no iba a tener nadie que me lo ‘‘arreglara’’; por tanto, pensé en dejármelo al natural. Pasado el tiempo, sabiendo que no iría a ningún sitio, decidí cortármelo de todas formas. Antes de hacerlo, me sentí curiosa, como los buenos filósofos, de conocer la textura al natural de mi pelo REAL. Observé algunas fotos de cuando estaba pequeña y las lindas colitas que mi mamá con mucha paciencia me hacía. En el baúl de los recuerdos fotográficos, recordé también, la primera vez que me alisaron el pelo. Que curioso, había olvidado la forma natural de mi pelo pero no ese acontecimiento. Mi madre; mujer muy dulce, justa y discriminada desde pequeña por ser una hermosa y alta morena, adquirió los prejuicios y paradigmas que tiene la tradicional sociedad dominicana: al sucederse la primera menstruación (signo de que estábamos más grandecitas), nuestro pelo sería alisado con el objetivo, según ella, de evitarnos tantos jalones y para que fuéramos más ‘‘bonitas’’. ¡Ah! Vil engaño. Fue al revés, porque, a partir de ese momento lo que todas las semanas sentía, era un inmenso dolor al soportar una hora en un maldito secador, más media hora de blower a temperatura volcánica. A veces lloraba, a veces sentía rabia, a veces me quedaba indiferente, a veces solo sonreía viendo como todos sonreían al verme pasar con mi falsa peluca, que aparentaba ser mía. ¡Era una azarosa hipócrita! En el fondo de mi, muy en el fondo, sabía que, aunque la sociedad me aprobaba, mi yo interno se desgastaba.
Había aprendido a vivir con ese pelo falso, la mayoría de las veces sufría, pues, a quien le gusta sentir una estufa ardiente en su cabeza. Rememoro los consejos de mi querida estilista ‘‘moño bonito, aguanta jalones’’, y era muy cierto, demasiado como para convertirse en una tortura.
No se si mal recuerdo pero, fue como a los 12 años que comencé a vivir ese proceso. Todo era un mar de contradicciones: no podía bañarme en la piscina o la playa, pero sí podía soltarme el pelo y fingir ser mayor para conquistar a alguien. Odiaba los fines de semana, porque era justo esos días, el tiempo de ‘‘arreglarme’’ o ‘’volver bueno’’ el pelo. Amaba también los fines de semana porque, al salir en la noche no necesitaba más que una mini falda o un brillo labial para llamar la atención junto con mi falso pelo. Y siguen las contradicciones. Era una especie de círculo vicioso de ‘‘amor-odio’’, del cual estaba esclavizada.
Hoy puedo sonreír genuinamente porque, sé muy bien lo que quiero ser. Ayer era una adolescente guiada por unos patrones que no comprendía; pero hoy soy una mujer en el despunte de su juventud que puede decidir por sí misma si quiere o no quiere seguir el retorcido camino que marca la sociedad para la mujer. Ser diferente en esta sociedad consumista y de belleza plástica, es un reto. Seguir tu corazón y rebelarte ante lo que consideras injusto, es una amenaza. A veces hay que enfrentar la indiferencia y la soledad, y convertirla en tus aliadas para vencer.
En este año 100% al natural, he vivido muchas cosas que me han hecho crecer y reflexionar. Cerca de mi, hay una mujer luchadora pero que; como todas las féminas de su época sufrió discriminación por su bella raza negra. Esa mujer, a quien a pesar de todo, no dejo de admirar, fue un pequeño motivo para decidir el cambio al pelo natural, pues ella posee un canuco pelo rizado. La bella mujer negra a la que me refiero, me dio un golpe rotundo y sin anestesia hace unos días. Mientras me ponía un poco de labial color vino (¡que me encanta!) y mis zapatillas, me dijo ‘‘¡Qué linda estás! ¡Te queda muy bonito tu labial!’’, yo respondí ‘‘muchas gracias’’ con mi habitual sonrisa; ella replicó ‘‘Ya es hora de que te vayas arreglando ese pelo, tu vas a entrar a PUCMM a estudiar comunicación. No puedes tener ese pelo así. Tú eres muy talentosa, allá seguro que los profesores te eligen para actividades… Además si vas a solicitar empleo no te van aceptar así. A mi no me dicen nada en mi trabajo, no me lo han exigido… pero tú sabes como es la sociedad… ¡ah mira! Fulana se arregla el pelo en un buen salón y no le pica el alisado…’’ Cuando mi bella amiga, me terminó de decir esas frases, sentí que me habían echado un apestoso balde de lodo. Inclusive, para no contradecirla, ya que tiene sus añitos y conozco las causas que la han acondicionado de esa manera, no le di mucha importancia a lo que dijo y me marché, pues tenía unas clases.
 Más tarde, pensé en varias personas de mi propia familia que me habían dicho lo mismo de diferentes maneras, empezando por mi madre. Mi amada mami, cuando me hice el corte, respetó mi decisión pero nunca la apoyó. Ella no me ha dicho comentarios tan directos e hirientes como algunas personas, pero sé muy bien lo que piensa. Yo sabía que este no iba a ser un proceso fácil, y que encontraría mucha resistencia. No es factible romper los parámetros que la sociedad ha tenido por buenos, durante tantos años. Considerando que hemos heredado un concepto de belleza femenina que no se adapta a quienes somos en realidad. Vayamos al siglo XVI, donde la colonización y explotación de América cambió el curso de la historia mundial. Nuestro maravilloso continente fue esclavizado por los europeos. Nuestro país por los españoles, luego franceses, ingleses, ect. Todos han querido un pedazo de esta tierra sin igual. Los señores europeos implantaron en nuestra población; formada principalmente por negros y aborígenes, las costumbres de la época y el ‘‘molde de belleza’’para ser aceptado en la sociedad: la mujer debe ser ‘‘de tez blanca, cabello lacio y rubio’’. Hasta el sol de hoy, ese es el modelo que tenemos como parámetro para cuantificar cuan hermosas somos. Se ha documentado, tanto en películas como en libros, la discriminación hacia la raza negra; me lamento mucho en saber que esa situación al sol de hoy persiste, prohibiéndoles a las mujeres con pelo rizo o crespo ingresar al mercado laboral. Inclusive, hay empresas que tienen por código de belleza la buena presencia, refiriéndose a que la mujer debe llevar su pelo liso o ‘‘arreglado’’.
Si nosotros supuestamente vivimos en un ‘‘estado social democrático de derecho’’ donde se respetan las libertades de los ciudadanos, consagrados en la Constitución, no es posible que siga existiendo el tradicional y obsoleto parámetro de belleza, dictado por las clases dominantes de nuestro país, desde antes de su fundación.
Y continúo, todo está muy relacionado: la mayoría de las personas de las clases económicamente poderosas son, de tez blanca y si a esto le sumamos la importancia ‘‘social’’, se dispara el número de personas que quieren ser ricas por X o Y razón, y tratan de parecerse lo mayor posible, empezando por las mujeres, que observan las más ricas en las revistas o periódicos.
Es hora de romper con esa visión. El ser humano, sin importar a cual etnia pertenezca, es un ser hermoso que debe ser aceptado como es. No hay por qué imponerle cargas innecesarias a las mujeres. Cada mujer es maravillosa, con una historia de lucha por sus aspiraciones más profundas. Cada mujer debe ser respetada por lo que es, no por lo que aparenta. ¿Por qué es tan difícil ver una mujer romper con el tradicional molde? ¿Le estará haciendo daño a alguien o a sí misma? ¿Su pelo le ha hecho daño al mundo? ¿Tiene que ser una mala copia de un molde de belleza que no existe?
No todo ha sido preguntas o malas respuestas en esta travesía; he encontrado personas que me han apoyado y han respetado mi punto de vista, han existido personas capaces de valorar lo ‘‘diferente’’. Hay una en especial, que me inspira todos los días: Lady Gaga. Los que me conocen a fondo saben, que ella es mi artista favorita; de cualquier cosa puede hacer arte. Hay varias canciones que, evidentemente, me invitan a ser diferente y a amarme como soy. ‘‘Born this way’’ y ‘‘Hair’’ me inspiran a romper con las líneas tradicionales de belleza. Me inspiran a ser yo misma, a experimentar cambios; sin dejar de lado mi esencia. Me inspiran a aceptar a los demás, tal y cual son, sin tratarlos de moldearlos a mi propia imagen.
Es muy penoso saber, que hay mujeres luchadoras que se han dejado engañar por las falsas promesas de riqueza de unos cuantos. Hoy en día, lo que vale es tener, no el ser. Se valora cuan plástica puedes ser: cuantas extensiones de pelo tienes en tu cabeza, cuantas cirugías plásticas, cual es la marca de la ropa y los zapatos, la marca del carro… Vivimos en un mundo de apariencias, tratando de aparentar ‘‘diosas perfectas’’ con toneladas de maquillaje en el rostro y el cuerpo. Quizá, es momento para aclaraciones: me gusta el maquillaje, soy maquillista profesional. Me gusta potenciar las cosas que las mujeres hayan más atractivas y hermosas de su rostro, resaltando su belleza natural. No es que me guste disfrazarlas como payasas: ese no es mi objetivo. El maquillaje es un arte: jugar con los colores y texturas. Si la mujer desea ocultar su belleza natural y transformarse cada día con pesadas capas de maquillaje, hace mal, pues se miente a si misma. Estoy de acuerdo en que la mujer se vista, se peine y se maquille de acuerdo a cada ocasión, sin dejar de lado su forma original, extrovertida y diferente, que la hace distinguirse de las demás.
Tengo fe en Dios, y en mis compañeras naturales alrededor del mundo, que son discriminadas por cualquier razón,  en que triunfaremos en esta batalla; para que nuestras hijas e hijos, vivan en una sociedad más tolerante y respetuosa del derecho y libertad del otro.
Mostrémosle al mundo cuan capaces somos en todos los aspectos de la vida; sin tener que convertirnos en objetos sexuales o simples muñecas para el deleite.

Debemos aprender una gran lección de amor contenida en estos versos:
‘‘Soy bella como soy,
Porque Dios no comete errores,
Voy por el camino correcto, bebé
Yo nací así.’’ (Traducción: Born This Way, Lady Gaga)

‘‘Yo solo quiero ser yo misma
Y quiero que me ames por quien soy
Yo solo quiero ser yo misma,
Y quiero que sepas: soy mi pelo.
He tenido suficiente, esta es mi oración:
Que moriré viviendo tan libre como lo es mi pelo…’’ (Traducción: Hair, Lady Gaga)

Comentarios

  1. Hola Martha,

    Muy interesante lo que escribes y valioso tu punto de vista. Dejame decirte que no hay que mirar profundamente para apreciar tu belleza. Tu belleza no esta particurlarmente en tu pelo, yo la veo en otras virtudes. Lo mejor de todo lo que escribes es el saber que te sientes bien como vas. Ya veras que terminaras tu estudios y formaras parte de la fuerza laboral y lograras lo que te propongas. Cree en ti y no le des mucha importancia al que diran.

    Me gusto lo que escribiste.

    Saludos

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    Respuestas
    1. ¡Muchísimas gracias por el comentario!
      La verdad es que hace unos meses quería comentar como me sentía la respecto. Gracias por respetar mi punto de vista y por apreciar la belleza que cada persona tiene.
      Un gran abrazo :)

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  2. Hey, mi corazón, nunca esperè menos de ahí de ti; solo compartimos unos tres años o menos como maestro de frances tuyo en el colegio "Los Querubines", en ocasiones me cuestionaba sobre tu persona y la diferencia entre tu y los demás. Ciertamente ahora voy comprendiendo el ser tan especial del cual fui maestro y porque en muchas situaciones solo tus deberes llegaban hasta mis manos; pero bien, lo importante es que vea realizado tus sueños y por supuesto que todos nos veamos realizado a traves de ti, no te pido que alcances las estrellas, puesto que, estoy seguro que tu eres una de ellas. Tu relato me encantó y me llenó de orgullo saber que hay tanta humildad y sabiduria en alguien sencilla y hasta tierna, si no ofendo a nadie con eso. Me cuenta un pajarito que te cambiasta a periodismo, bueno si te apasiona eso has encontrado el norte.....I fell you success, however I know you got it.

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  3. Excelente artículo! Cuanta semejanza de pensamiento tenemos! Un abrazo!

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